Como Decorar Una Cruz Para Las Santas Misiones Populares
Las misiones populares tienen una larga tradición pastoral en la Iglesia de Sevilla que la visita del Gran Poder a los Tres Barrios vuelve a poner de actualidad. Durante el pontificado de monseñor Asenjo, las misiones parroquiales de unos quince días de duración se convirtieron en vehículo privilegiado de evangelización para reavivar la fe de los fieles. Pero su historia viene de mucho más atrás: a lo largo del siglo XX, se han celebrado misiones generales en la archidiócesis en 1910, 1917, 1926, 1940, 1946, 1950, 1951 y 1965.
El Código de Derecho Canónico de 1917 establecía en su canon 1.349 la obligación de los obispos de promover misiones sagradas de década en década. La fecha de
diez años no estaba adoptada al albur: se consideraba el periodo de tiempo ideal para reconducir la vida moral de poblaciones alejadas de la práctica sacramental. En román paladino: para que miles de almas entibiadas o frías confesaran y comulgaran y parejas amancebadas regularizaran su convivencia, ilícita a los ojos de la Iglesia.
Los misioneros itinerantes calibraban los frutos de su misión precisamente por el número de hombres que comulgaban, ya que era en este grupo social donde más había arraigado el indiferentismo que la Iglesia buscaba combatir llevando un mensaje evangelizador fuertemente centrado en la conversión personal como requisito previo para la adhesión al mensaje salvador de Cristo redentor.
El precedente más inmediato de la misión del Gran Poder en Tres Barrios es el de las Misiones Populares de 1965 con que el cardenal Bueno Monreal quiso replicar en Sevilla el año de clausura del Concilio Vaticano II el éxito cosechado en Vitoria, su anterior destino episcopal, en 1951.
En 1965, el Gran Poder acudió al barrio de Santa Teresa, a la parroquia puesta bajo la advocación de la santa andariega en 1961. Esa visita es la que se trata de recrear ahora. El recurso a las imágenes devocionales como refuerzo del efectismo de las predicaciones no es privativo de ningún tiempo ni ningún lugar. Los misioneros siempre buscaban apoyarse en la religiosidad popular para llegar al corazón de los fieles.
Se tiene noticia, por ejemplo, de que el Cachorro presidió a finales del siglo XIX una misión parroquial en San Jacinto. Una imagen de la Virgen de Fátima que recorría el mundo sirvió para una vigilia de oración de 24 horas en 1950. Y la Virgen de los Reyes centró la misión entre octubre y noviembre de 1946 por la solicitud del patronato de la imagen fernandina sobre la ciudad y la archidiócesis.
Otras veces, los misioneros recurrían a golpes de efecto de gran teatralidad como la aparición súbita de la custodia con el Santísimo Sacramento del altar alumbrada con hachones en mitad de una predicación por la noche para reforzar con la escenografía el elocuente mensaje que se estaba transmitiendo del hijo pródigo buscando acentuar la conciencia del pecado y la necesidad de conversión.
Las misiones parroquiales se concentraban en una semana en la que se sucedían prácticas piadosas como rosarios de la aurora antes de iniciar las faenas laborales, catequesis infantiles, pláticas más informales y prédicas solemnes, generalmente a la caída de la tarde, una vez concluidas las labores del día. El último día de la misión se reservaba para la comunión general previa confesión individual auricular.
Todo se cuidaba para crear la atmósfera adecuada al momento espiritual que se invitaba a vivir. La autoridad gubernativa invitaba a cerrar los bares durante el tiempo de las predicaciones, los misioneros rogaban a los terratenientes que pagaran el jornal a los braceros y se removía cualquier obstáculo que apareciese, como aquel maestro de ideas anarquistas en Badolatosa que en 1904 se negaba a llevar a los niños al templo para la misión infantil del padre Tarín.
Obligado es referirse a este jesuita, misionero infatigable en la estela de San Francisco Javier o de San Juan de Ávila, por no salir de Andalucía. El teólogo Leandro Molina SJ refiere así su celo apostólico en un documento sobre las misiones populares jesuíticas en Andalucía: «Misionó así unos 400 pueblos, algunos de ellos más de una vez. En esta labor perseveró unos veinte años, y sus viajes superaron los 185.000 kilómetros. Llevó a cabo esta tarea, pese a su salud enfermiza, minada por la tuberculosis, atormentado por la herida gangrenosa de la pierna (que él mismo se curaba despiadadamente) y a veces abrasado por la fiebre y casi afónico. Está comprobado que no dormía más de dos o tres horas y, durante muchos años, sentado en una silla».
Los jesuitas se distinguieron notablemente en la atención a las misiones populares, en muchos casos adaptando para los sermones y pláticas el mes de ejercicios espirituales de San Ignacio. Pero no eran los únicos. En Sevilla destacaron también por su entrega a la causa misional capuchinos y carmelitas, según el censo que aporta José Leonardo Ruiz en 'Cien años de propaganda católica: las misiones parroquiales en la archidiócesis hispalense (1842-1951)'.
Los misioneros solían ser verdaderos especialistas en transmitir el mensaje salvífico por medio de todos los recursos que la retórica les permitía: inflexiones de voz, susurros, apelaciones apostrofadas, recursos estilísticos… El mensaje central giraba en torno a la necesidad de salvación individual con la mediación de la Iglesia para lo que un misionero solía pintar con sus palabras -y también valiéndose de silencios y gestos- el temor de Dios y al juicio final si el individuo se apartaba del estado de gracia que confieren los sacramentos.
El modelo, lógicamente puesto al día, se ha mantenido hasta hace bien poco en la archidiócesis hispalense. La hermandad de la Paz acogió una misión cofrade en su templo de San Sebastián en 2017 abriendo así un nuevo formato para reavivar la fe de los hermanos que continuó en 2018 con ocasión de la coronación de la Virgen de la Victoria de las Cigarreras.
El propio monseñor Asenjo razonaba así su espíritu: «La misión popular sería un camino para ayudar a muchos fieles a pasar de una fe sociológica y cultural a una fe vivencial». Incluso se llegó a plantear hace un lustro constituir un equipo diocesano de Misiones Populares bajo la iniciativa de la vicaría episcopal para la Nueva Evangelización. Ese equipo de misioneros (clero secular y regular, religiosos, laicos, seminaristas…) tuvo un precedente en la Piadosa Unión de Operarios Evangélicos fundada por el cardenal Lluch en el tercio final del siglo XIX y su sucesora, la Asociación de la Santísima Trinidad para el Fomento de la Predicación Católica que puso en marcha el cardenal Spínola ya en la siguiente centuria.
En nuestros días, la misión parroquial se articula en tres momentos señalados: la premisión, un año antes de la fecha elegida, para aglutinar a la comunidad parroquial; la misión propiamente dicha durante una quincena con el primer anuncio salvífico como eje central de las celebraciones litúrgicas y paralitúrgicas; y la posmisión, definida como «de crecimiento y maduración de la fe en comunión con los pastores».
La misión del Gran Poder en los Tres Barrios ha seguido este guión con una etapa previa que puso el acento en la labor social y pastoral y que ahora va a tener su máxima expresión en los jubileos que cada día se van a celebrar ante la imagen del Señor en las tres parroquias.
Como Decorar Una Cruz Para Las Santas Misiones Populares
Source: https://sevilla.abc.es/sevilla/sevi-salida-gran-poder-sevilla-2021-misiones-populares-antigua-y-nueva-evangelizacion-202110152106_noticia.html
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